domingo, 20 de abril de 2014

La Voz de los niños



Los éxitos en televisión de algunos programas para adultos, ha llevado a que las diferentes canales hayan creado sus pequeños sucedáneos o versiones infantiles. Así, el programa Master Cheff, de La 1, ha degenerado en otros tantos programas gastronómicos. Algo parecido ha pasado con Mira Quien Baila y supongo que seguirá pasando en el futuro, hasta quien sabe si algún día podamos ver un Baila Haciendo el Menú del Día, que aúne ambos “talents shows”. 
          A mi lo que realmente me molesta de estos programas es la utilización de los niños, y en concreto me sucede con el programa de La Voz Kids. No me gusta que se juegue con la ilusión de muchos pequeños que aspiran a un éxito que difícilmente conseguirán y someterlos al juicio de tres de sus ídolos, que tendrán que bajarse de su pedestal para decirles que no pueden seguir en el concurso, con argumentos tan absurdos como a veces poco creíbles. Cualquiera de nosotros sabe que pocas cosas te contraen el corazón tanto como el llanto de un niño, que en este programa es la constante diaria. Y sí hablamos del que sigue adelante, aún es peor, pues sus progenitores, deberán de tener la difícil habilidad para evitar que pueda convertirse en repelentes pequeños monstruos como los Lindsay Lohan, Justin Bieber o Miley Cyrus. 
          Hoy día hablamos mucho de que con la crisis económica ha desaparecido buena parte de la clase media, pero gracias a las guerras políticas con los constantes cambios de planes de estudios y el ocio basado en ganar dinero pasando por encima de quien sea, se está perdiendo otra cosa más importante que el valor económico; se está perdiendo los años de la infancia. Las videoconsolas, ordenadores y tablets han relevado a los juegos tradicionales, que en algunos colegios se intentan recuperar ante la asombrosa mirada de algunos niños que se preguntan “¿qué tontería es esta que tanto le gusta al maestro?”. La pérdida temprana de la inocencia unido a esta vorágine por intentar que el niño se adulto a los 12 años y no a los 15 como antaño, provoca que cada vez veamos abuelos más jóvenes y niños más viejos. 
          Un día, hace muchos años ya, decidí crear a este personaje ficticio que daría la réplica a una particular Alicia Sin Maravillas, y con él aprovechar mi vinculación laboral con los más pequeños para posicionarme en un mundo donde la fantasía y la ilusión está siendo devorada por la Nada, como si navegáramos por las estrofas de una novela de Michael Ende. En este tiempo no se, si he conseguido reavivar la imaginación de nadie, ni siquiera si mi columna la han leído más de cuatro o cinco, pero desde mi País de Nunca Jamás, siempre me posicionaré contra todo los capitanes Garfio, que intenten explotar a niños en una televisión o hacerles ver que son maduros para abortar sin tutelaje paterno con sólo 15 años. Como dijo en su día un político tan carismático como polémico de este país, “los niños son niños pero no tontos”; y hay que darles la formación adecuada en el momento correcto para que luego tengan la libertad de decidir lo que deseen hacer con su cuerpo en la edad adulta. Por eso, quiero cerrar mis líneas lamentando la pérdida de Iralia y solicitando que dejen a los niños que sean lo que son, que puedan soñar libremente sin patrones dados, porque tal vez un día logren hacer de esos sueños una realidad mejor que la que nosotros le hemos dado.
Publicado en Viva Barbate, el 15 de Marzo de 2014

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