Los éxitos en televisión de
algunos programas para adultos, ha llevado a que las diferentes canales hayan
creado sus pequeños sucedáneos o versiones infantiles. Así, el programa Master
Cheff, de La 1, ha degenerado en otros tantos programas gastronómicos. Algo
parecido ha pasado con Mira Quien Baila y supongo que seguirá pasando en el
futuro, hasta quien sabe si algún día podamos ver un Baila Haciendo el Menú del
Día, que aúne ambos “talents shows”.
A
mi lo que realmente me molesta de estos programas es la utilización de los
niños, y en concreto me sucede con el programa de La Voz Kids. No me gusta que
se juegue con la ilusión de muchos pequeños que aspiran a un éxito que
difícilmente conseguirán y someterlos al juicio de tres de sus ídolos, que
tendrán que bajarse de su pedestal para decirles que no pueden seguir en el
concurso, con argumentos tan absurdos como a veces poco creíbles. Cualquiera de
nosotros sabe que pocas cosas te contraen el corazón tanto como el llanto de un
niño, que en este programa es la constante diaria. Y sí hablamos del que
sigue adelante, aún es peor, pues sus progenitores, deberán de tener la difícil
habilidad para evitar que pueda convertirse en repelentes pequeños monstruos
como los Lindsay Lohan, Justin Bieber o Miley Cyrus.
Hoy
día hablamos mucho de que con la crisis económica ha desaparecido buena parte
de la clase media, pero gracias a las guerras políticas con los constantes
cambios de planes de estudios y el ocio basado en ganar dinero pasando por
encima de quien sea, se está perdiendo otra cosa más importante que el valor
económico; se está perdiendo los años de la infancia. Las videoconsolas,
ordenadores y tablets han relevado a los juegos tradicionales, que en algunos
colegios se intentan recuperar ante la asombrosa mirada de algunos niños que se
preguntan “¿qué tontería es esta que tanto le gusta al maestro?”. La pérdida
temprana de la inocencia unido a esta vorágine por intentar que el niño se
adulto a los 12 años y no a los 15 como antaño, provoca que cada vez veamos
abuelos más jóvenes y niños más viejos.
Un
día, hace muchos años ya, decidí crear a este personaje ficticio que daría la
réplica a una particular Alicia Sin Maravillas, y con él aprovechar mi
vinculación laboral con los más pequeños para posicionarme en un mundo donde la
fantasía y la ilusión está siendo devorada por la Nada, como si navegáramos por
las estrofas de una novela de Michael Ende. En este tiempo no se, si he
conseguido reavivar la imaginación de nadie, ni siquiera si mi columna la han
leído más de cuatro o cinco, pero desde mi País de Nunca Jamás, siempre me
posicionaré contra todo los capitanes Garfio, que intenten explotar a niños en
una televisión o hacerles ver que son maduros para abortar sin tutelaje
paterno con sólo 15 años. Como dijo en su día un político tan carismático como
polémico de este país, “los niños son niños pero no tontos”; y hay que darles
la formación adecuada en el momento correcto para que luego tengan la libertad
de decidir lo que deseen hacer con su cuerpo en la edad adulta. Por eso, quiero
cerrar mis líneas lamentando la pérdida de Iralia y solicitando que dejen a los
niños que sean lo que son, que puedan soñar libremente sin patrones dados, porque
tal vez un día logren hacer de esos sueños una realidad mejor que la que
nosotros le hemos dado.
Publicado en Viva Barbate, el 15 de Marzo de 2014
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