domingo, 7 de noviembre de 2010

EL GRAN ACIERTO DE OLEGARIO

He oído que en España dentro de unos meses se podrán alterar el orden de los apellidos paternos/maternos, de tal forma que no siempre el apellido del padre sea el primero en el nombre del vástago. Según parece se baraja la posibilidad que el orden alfabético sea quien rija la posición de los apellidos, si esto es así valga ya mi pésame por adelantado a aquellos que se apelliden Zunzunegui, porque será un apellido abocado a la desaparición y en cambio felicitar a la más insigne duquesa de este país, porque va a ver como su familia aumentará de manera insospechada sin ningún tipo de esfuerzo físico.
Analizando concienzudamente esta iniciativa, se podrá observar como se ha dado un paso importantísimo para que se de el final de la desigualdad de sexos en España; aunque tal vez se incremente otro tipo de problemas, valga como ejemplo el caso de mi vecino Joselito un peso mosca, de apenas 1,70cm, casado con Paca “La Gorda”, cuyo apodo describe a la percepción sus características físicas. Hace unos días Paca, que acababa de enterarse de la noticia, esperaba con ansias la llegada del trabajo de su esposo. Joselito, que no había tenido un día muy bueno, es recibido con la frialdad habitual por su esposa, la cual mientras le servía el plato del almuerzo, le plantea su intención de variar el orden de los apellidos de su hijo Manuel de 8 años; Joselito se puso rojo como un tomate y golpeando con su puño cerrado sobre la mesa hizo que la cuchara girara en el aire para caer de nuevo en el plato, se apresuró a negar las intenciones de su esposa a lo que Paca “La Gorda”, respondió serena y contundente con los argumentos de sus nudillos en la nariz del esposo que desde ese día es conocido como Joselito “El Chato”, y cerrando de un plumazo las diferencias de opiniones sobre el orden de los apellidos de Manolito. Consecuencia, ¿puede esta iniciativa gubernamental desatar los casos de violencia de género?
Aunque sin duda la repercusión más inteligente a esta noticia ha sido la protagonizada por mi primo Olegario.
Olegario, llevaba cuatro años en el paro, con la prestación agotada y sin posibilidad de trabajar ante la nula demanda existente por culpa de la crisis económica. Mi primo, vivía en un constante estado de preocupación, ya que las noticias de la prensa mostraban a un Gobierno que sólo parecía preocuparse por los desempleados juveniles y las mujeres; mientras que el sector más agraviado para los sectores políticos era el de la construcción; lo cual para un licenciado en Humanidades de 40 años que no sabía ni como coger un palaustre lo único que le suponía es que el país pareciera olvidarse de el. Esta situación le había llevado a pasar por una profunda depresión, que casualmente coincidió con el abandono de quien había sido su novia durante 20 años.
La vida de Olegario un día normal era monótona, siempre repetía los mismos pasos; en las mañanas miraba boletines oficiales, se paseaba por las oficinas del INEM, y en las tardes se iba a tomar el café al lugar donde solían reunirse los políticos locales y así les “peloteaba” todo lo que podía para al final terminar con “¿no hay un trabajito pa mi?”, a lo que el edil le respondía con un: “Ole pisha, estamos en crisis no tenemos ni para cobrar nosotros a ver sin nos viene una subvención o algo” o con un “ahora está to mu parao, pero tu no te preocupes que en cuanto salga algo yo te llamo”. Pero quien conozca a Olegario, sabe que es un hombre persistente, así un buen día cambio sus costumbres y empezó a pensar en el autoempleo como una posibilidad para salir de su crisis, para ello se tragaba todos los programas de televisión que se realizaban en directo, desde los informativos hasta los de la prensa del corazón, según él ahí estaba su futuro, sólo había que saber quitar la paja del heno entre todo ese galimatías de información que llegaba por la pequeña pantalla y poder construir con esa información una empresa que le reportara beneficios.
El día 4 de noviembre de 2010 Olegario, fue a cortarse el pelo y allí pudo oir a su peluquero la noticia de los cambios de apellidos, fue entonces cuando se dio cuenta que realmente el Gobierno de su país, tan criticado y atacado por todo el mundo al no haber sabido gestionar la grave crisis económica del país, había trabajado a destajo por sacarnos de este problema de la manera más inverosímil y al mismo tiempo original y que el primero que supiese captar la intención real de esta reforma se llevaría el premio más importante. Esa misma mañana, aún con restos de su pelo cortado por la cara, Olegario se dirigió al registro Civil. Una vez planteada su intención y dirigido a la señorita encargada de tramitar la gestión, Ole abrió su boca y de ella salieron sus palabras con la rotundidad con la que se descorcha una botella de champagne, “¡¡¡¡¡QUIERO CAMBIAR MIS APELLIDOS!!!!!”. La joven le preguntó por sus apellidos actuales, fue ese el peor momento para él ya que pasaron por su cabeza la memoria de sus padres, abuelos y por supuesto de su primo que les escribe, era el final de una compañía de 40 años, pero al mismo tiempo sabía que era absolutamente necesario: “me llamo Olegario García Pan”; la señorita lo anotó en el formulario y de inmediato le instó a que le dijera sus nuevos apellidos, entonces un par de lágrimas le recorrieron la mejilla a Olegario, una por apellido antes de esbozar sus nuevos apellidos: “Esteban Zapatero”.