jueves, 15 de julio de 2010

AÑORANZA DE LA DICTADURA


Ayer hablé con Cristóbal, un nonagenario comunista que luchó activamente contra el régimen franquista, que perdió a un hermano pequeño fusilado y que pasó 30 años en el exilio. Cristóbal sigue pensando y analizando la sociedad que le rodea, porque según el, “eso me hace ejercitar la mente y sentirme joven, al menos mentalmente” soltando una risa tímida y valiente. Le observé a Cristóbal, que afortunadamente habíamos superado aquellos años del Franquismo y el, ante mi sorpresa me dijo “Peter, no sabes como añoro aquellos años de dictadura”. No lo entendí, pues su corazón liberal no dejó de ser rojo nunca y sin embargo aquella observación me chocó enormemente; casi como un resorte cuando salí de ese estado de limbo que me provocó su frase, le volví a preguntar “¿cómo puedes decir eso? Con lo mal que lo pasaste entonces”. Cristóbal volvió a sonreír me miró a los ojos y me preguntó “¿te acuerdas de mi nieto Andrés?”; de inmediato respondí que sí. Andrés, había sido mi compañero de juegos, aunque algo mayor que yo, y hoy era concejal en un pueblo de la sierra madrileña por un partido de izquierdas. “La semana pasada estuvo aquí, asustado”, me narraba Cristóbal, “se vino a traer a su hijo Critobalito y a su mujer, porque tenía miedo de que le hicieran algo en el colegio ya que habían adjudicado unas casas de protección oficial y el sorteo no había contentado a muchos habitantes de la localidad. Yo le pregunté ¿por qué tenía miedo? Si las cosas se hacen bien no hay nada de que huir, pero el me dijo que el 20 por ciento de las viviendas las habían adjudicado de manera irregular para algunos compromisos del alcalde y un dirigente provincial”. Al decir esto, note en Cristóbal como se encogía de hombros y sus ojos se comenzaban a cristalizar, no tuve tiempo de intentar consolarle, primero porque no sabía como y segundo porque continúo su relato. “Yo le dije ¿por qué te has prestado a eso?, tu eres concejal de vivienda y suelo, no puedes permitirte esas irregularidades, la oposición te denunciará; entonces el me comentó que no temía a la oposición, pues sólo había un partido con dos representantes, y al hijo del portavoz le habían dado un puesto de trabajo en la empresa municipal de Vivienda y Suelo”, al decir esto, Cristóbal alzó la cabeza mientras una lágrima le recorría la cara, “pero... ¿y los sindicatos? ¿no dicen nada?. Y el me aseguró que tampoco había problema, ya que sólo había un sindicato y estaba liderado por un torpe funcionario que había visto la oportunidad de dejar su labor municipal gracias a la liberación y que la ejecutiva del sindicato era de miembros de su partido”. Por un par de segundos intercambiamos miradas sin decir nada, Cristóbal secó su lágrima y sacó de la cartera la foto de el y su hermano pequeño cuando eran niños, ambos posaban con pantalón corto, sin zapatos y con camisas blanca, “mi nieto, solo temía a algunos padres de familia que se habían quedado sin casa y que sus hijos pudieran insultar al suyo”, fue entonces cuando me preguntó “¿contra quien luchamos ahora?; en la sociedad de la libertad, tenemos menos libertad que antes y mis herederos hoy abanderan la libertad de la dictadura. Al menos durante el franquismo, sabía quien eran los malos, ahora siento que el malo he sido yo que no supe inculcar los valores de la verdadera libertad a mis hijos ni a mis nietos, que perdí mi juventud y a mi hermano para volver a empezar de cero”. Entonces, si supe que decirle “al menos hoy no nos llevan al paredón” y con su sonrisa de niño tímido me dijo, “no, hoy nos llevan a las oficinas del paro y nos dejan sin viviendas”.

LA ROJA IGUALDA


Cuando el hombre lleva al grado más extremo su egoísmo y autoproteccionismo termina por caer en el abismo del desastre colectivo. El español ha abanderado el carácter personalista, adorando a quien mejor insulta, a quien mas presume y menos preciando a quien mas trabaja. Se ha valorado más la carcasa externa que el interior. En esta actitud, tal vez tenga mucho que ver el haber nacido bajo un gobierno dictatorial, donde quien intentaba unir fuerzas para poder aspirar a mejoras colectivas terminaba en el paredón, la cárcel, el exilio o humillado en la plaza del pueblo. De esta forma nuestros abuelos y padres nos han venido a inculcar los valores del “primero yo y luego los demás”, un carácter que vemos día tras día en nuestros “representantes” políticos, los cuales piensan en acceder al poder mediante la destrucción del rival más que por mejorar su gestión. En esta tutoría también se nos enseñó que presumir de los colores nacionales era símbolo de añoranza de la dictadura, en muchos casos porque los herederos de aquellos lodos se apropiaron de la roja igualda por el decreto de sus “santos cojones”.
El día 11 de julio, aquella mentalidad se fue, por un momento el español había aprendido que para luchar contra cualquier crisis, solo se podía hacer con la humildad, el respeto, el saber encajar, la constancia y la unión. El 11 de julio del 2010, la roja igualda fue la bandera de todos, catalanes, vascos, andaluces, gallegos, canarios, extremeños, baleares, etc...., DE TODOS; nadie se planteo el concepto de nación del statut, todos salimos a la calle a brindar por un deporte que hasta hace muy poco, sólo nos dio sinsabores. 23 jugadores, sin presunción y un entrenador modesto abanderaron la bandera de todos los españoles sin necesidad de hacerse tatuajes, colgarse pendientes, o tirarse a ninguna Paris Hilton.
Masacrados por un cobarde inglés, y apaleados por unos incapaces holandeses, España no perdió la compostura ni los papeles en ningún momento, ni con las palabras del ídolo caído de Argentina ni por el príncipe destronado de Hortaleza. Se limitó a trabajar para jugar mejor y ganarEl 14 de julio, oí que en el Parlamento de los Diputados que alguien llamó “maricón” al líder de la oposición, el 14 de julio volví a despertar de un sueño muy dulce que tuve el día 11 y que no fue un sueño meramente futbolístico ni deportivo, fue el sueño de una sociedad unida y luchadora bajo unos principios de sociabilidad y colaboración capaz de sacrificar la individualidad partidista, empresarial, sindical o personal en busca de la mejora social de todo un pueblo. Sólo fue un sueño que duró uno o dos días.