jueves, 13 de agosto de 2009

QUE LE VOY HACER SI YO NACÍ AL LADO DEL MEDITERRÁNEO

Mi infancia son los recuerdos de un “picú” que hacían girar los discos de un autor que lejos de ser un simple intérprete musical, se ha convertido en un compañero de aventuras de una vida que tuvo en mi primer barquito de papel el vehículo para la isla de la utopía a la que sigo aspirando llegar un día.
Con el sonido de los maltrechos altavoces, aprendí los más hermosos versos de Antonio Machado, musicalizados y sentidos, al mismo tiempo supe que a veces para la libertad hay que dormir como Hernández con nanas y cebolla. Así fui creciendo observando a las familiares moscas que surcaban las aburridas clases, hasta llegar a mi adolescencia, y empezar a comprender el valor de aquellas pequeñas cosas que me iban sucediendo, a ser un debutante amante y a suspirar cuando su mirada se cruzaba con la mía sin dejar de pensar que seguía guardando algo que me corresponde. Empecé mis bocetos de poemas de amor y buscar a una mujer que no necesitara bañarse cada noche en agua bendita.
Esta etapa se esfumó y el picú de mi tio Alberto, que nunca se llamó así, se lo llevó un soñador de pelo largo y entonces su música pasó a las casetes y a sus reproductores que venían del mar de Ceuta de la mano de mi para, con quien disfrutaba del cine de medio pelo donde hoy hay una sucursal del banco y donde más de un Fred Astear y Ginger Rogers bailan para pagar sus préstamos.
En ese camino fuí Curro el Palmo, en aquel momento en que Merceditas me demostró que su nombre no sabía a yerba y tuvo que pasar demasiado tiempo hasta darme cuenta que me gustaba todo ella pero ella no y poder dejar de sentirme Penélope.
Pero las casetes se enrollaban en el walkman y hubo que pasar al cd, por supuesto para llegar allí, tuve que recordar que todos los piratas tienen un atropello que aclarar, y esos atropellos piratas me sirvieron de herramienta cuando fui titiritero de unos locos bajitos a los que le tenía que dedicar una canción infantil tras otra pero que a cambio me hicieron sentir como aquel hombre, ese que me dijo uno de mi calle que tenía un amigo que dice, conocer a un tipo que un día fue feliz.
Los mp3 me acompañaban cuando descubrí como los macarras usaban sábanas blancas para minar una moral que con los siglos no habían sabido limpiar, sufrí a esos cachorros de buenas personas con los que eternamente tendré algo personal y como consecuencia de todo, decidí ir como cada loco, con mi tema...., pero no supe; porque mis vellos se siguen erizando cuando piensan en volar y dejar mi pueblo atrás, me sigo aferrando a mis deseos de no vagabundear de aquí y allá, porque afortunadamente se que todo pasa y todo queda, por eso y por mi alma de marinero que piensa que todos los días pueden ser un gran día.


En todo este escrito no he podido dejar de pensar en ti, pero yo no te diré primo o nano, pues no tengo confianza a pesar de tanto que hemos vivido juntos, ni siquiera aunque seas mas del Barça que yo, pero si seguirás siendo un compañero de viajes un poco trueno y que nunca se vistió de nazareno.