viernes, 29 de noviembre de 2013

Hipócrita: Calla tu endemoniada boca



La hipocresía es un adjetivo que se adjudica a aquellos que esconden sus vergüenzas proyectándolas en los demás, como aquel que es incapaz de hacer un buen dibujo y se mofa de las obras del pintor que expone en la pinacoteca. La mentira, es otro término, que suelen utilizar los incapaces de responder con argumentos a los ataques del rival, y termina usando la agresión verbal o la mentira para desacreditar y hacer daño a quien le ha vencido con su verborrea. Finalmente, la cobardía es ese sentimiento que los hombres siempre se niegan a reconocer y que sin embargo todos padecemos en mayor o menor medida y a veces nos hace firmar las palabras detrás de un seudónimo por temor a las represalias o calumniar a una persona desde la trinchera que les ofrece unas siglas. 
          Hace un tiempo no muy lejano, yo diría que hasta reciente, un político hipócrita que había vivido de su partido toda la vida, insinuaba cobardemente la actuación irregular de un rival político, aunque sin dar pruebas ni nombres y con único argumento la prepotencia de sentirse un ser superior a los demás. Esta fue la única manera en que el hipócrita pudo defenderse de un rival más preparado y lleno de argumentos. Así, poco a poco, el hipócrita volvería a mentir, por ser lo único que era capaz de hacer por sus propios medios, y lo hacía a la misma velocidad con que le crecían los problemas por la ineptitud demostrada en el terreno profesional.
          Entre hipócritas, ineptos, cobardes y mentirosos, la ciudadanía fue perdiendo la credibilidad en el sistema y cuando llegaban las elecciones se oía con mayor asiduidad “yo no voy a votar, ¿para qué? Son todos iguales”. Pero está claro que nos regimos por una Democracia, por la que muchos de nuestros más directos antepasados perdieron su juventud y también la vida, por hacernos el regalo de vivir en libertad. Una libertad que hoy nos empeñamos a perder, con hombres que se venden a saldo por un trabajo o sueldo, una sociedad que permiten que hipócritas mancillen el nombre de honorables trabajadores o que mientan para engañar a un pueblo que más parece predispuesto a ser humillado que a sentirse orgulloso de ser lo que son. 
          Ojalá el Espíritu de la Navidad, que cada vez más se acerca, pueda coger de la mano al hipócrita, como en el cuento de Dickens y hacerlo navegar por el pasado, presente y futuro. Para que conociera las vicisitudes por las que han pasado aquello a los que él señaló con el dedo, para que viese la situación del que vive con sus padres o suegros sin tener trabajo o padecer el hambre del que no tiene para comer; y cuando terminase de dar el recorrido comparase esas vidas con la suya, la acomodada de quien representa a un pueblo que se debería de negar a ser representando por un hipócrita mentiroso, y que sólo se levanta en armas cuando obedece la voz de su amo. Hipócrita, calla tu endemoniada boca y trabaja.

Publicado en Viva Barbate de 21 de Noviembre de 2013

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