Hoy quiero golpearte
con mis palabras a ti que siempre te lamentas y hoy estás leyendo este
periódico, que resoplas cuando lees las noticias que hablan de lo mal que está
tu ciudad. Quiero preguntarte, ¿qué has hecho hoy por evitar estas malas
noticias? ¿Qué haces cuando enciendes el televisor y el conductor del
noticiario comienza a informar?, cuando aparece el político de turno y entonces
tu empiezas a insultarle, acusándole de todo lo sin vergüenza que es, pero
olvidándote quién contribuyó con su voto
a ponerle ahí. Ahora me dirás, que la
alternativa era peor, que no sabes quién es más ladrón y todos los tópicos
habituales y yo entonces, entonaré aquellos versos de Antonio Machado, que un
día musicalizó Joan Manuel Serrat, donde decía “españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas
ha de helarte el corazón”.
Vivimos en una sociedad democrática,
donde los políticos los elegimos nosotros, a los que salen en la tele y a los
que nos cruzamos por las calles y que ganan nuestra confianza un mes antes de
las elecciones dependiendo de lo generosa que sea su sonrisa, de lo fuerte que
te estreche su mano, o del favor personal que te prometa; pero ¿te has leído
algún programa electoral antes de los comicios electorales? Tiene demasiadas letras, ¿verdad?, no tienes
tiempo para dedicarlo a las mentiras de los políticos, entonces ¿cómo sabes si
te mienten o no? Y si lo hacen, ¿por qué vuelves a votarlo? ¿Por qué tú eres
fiel a tus ideales?, entonces si detectas que algo no se hace bien, ¿por qué no
formas parte de ese partido y pones lo que hay que tener para reconducir el
desviado partido que te representa? Te lo diré yo, porque es más cómodo dar
clases magistrales en la barra del bar o en el sofá de casa mientras tu mujer
prepara la cena.
Vivimos en una sociedad donde
preferimos lucir músculos en camiseta que remangarnos la camisa para trabajar
por el conjunto de la ciudadanía, porque para ello están los políticos, que
cobran para hacerlo ¿verdad?, como la pescadilla que se muerde la cola,
volvemos a eludir nuestras responsabilidades. Seré claro amigo lector, en el fondo
no sabes lo que quieres, ni quieres saberlo. Vives en el conformismo constante,
y valoras el trabajo de tus representantes por un saludo o una promesa personal
que muchas veces dura 6 meses. Cambiarás un semestre de sueldo por cuatro años
del futuro tuyo y de tus descendientes.
Esta carta
hoy es para ti, cobarde, sin criterio y mercenario de una sociedad sin valores
y sin valor, que espera sentada a que un mesías le dé la solución que tú no has
sido capaz de trabajar, maldiciendo la situación que aparece delante de tus
ojos, cuando has sido el primero en
cavar la fosa de su nicho. Porqué no hacer una Revolución Democrática, cuando
haya que revindicar algo que consideres justo, no mires la cara de quien
convoca mira porque lo convoca y sal a la calle para pedir lo que crees, no lo
mires como un espectador pasmado, participa como un ciudadano valiente y aparta
los prejuicios. Cuando llegue unas elecciones no temas lo desconocido, vota lo
que conoces y para eso infórmate, no perderás el tiempo leyendo un programa
electoral, estarás ganando un futuro; y si luego no se cumple, vuelve a salir a
la calle a ejercer la Revolución Democrática y no te avergüences por defender
tus derechos, avergüénzate de quien se esconde delante de la televisión y se
deja comprar por un abrazo. Esta carta
de hoy es para ti…, pero también es para mí.
Publicado en Viva Barbate 9 de Agosto de 2013
Hola, soy Pitter con Pan.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo con que no hacemos nada por cambiar la situación, que no nos leemos los programas de los partidos políticos, pero no los leemos porque no creemos que tampoco ellos los lean y ni que los tengan en cuenta.
Pero las circunstancias hay que cambiarlas desde dentro, no desde fuera, no desde detrás del televisor. Sin embargo no se lleva meterse a político, no se lleva luchar por tus ideales porque si lo haces creen que solo vas a llenarte el bolsillo. Es un circulo cerrado que no lleva a ninguna parte; no me meto en política porque no voy a solucionar nada y no soluciono nada porque no me meto en política. Que difícil es todo.
Me complace que coincidamos, Antónimo. Y por supuesto, que es difícil para todos, tanto para los que lo sufrimos como para quien deben de poner solución, aunque a veces sean los que lo complican más.
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